lunes, 20 de agosto de 2007

Soñé

Soñé que éramos una manta de estrellas, que éramos ciervos en el corazón de un bosque bajo un techo de hojas, que éramos hierba fresca que jamás sería pisada, hierba jugosa y brillante por la escarcha perlada, no sabíamos ni quien éramos, no sabíamos donde íbamos, esperamos una llama de amor para que volviese nuestra esencia, esperando que la piel dormida despertase, de ese sueño en el que nos envolvía la pasión que nos unía.

Soñé que éramos la música en el murmullo de una corriente, que éramos el candil del fuego que alumbra, que colinas éramos, que éramos mares de espinas en el suave oleaje de lo que éramos, hasta donde puede alcanzar la razón nuestro amor parecía una infinita cadena de perlas azuladas, quebradas por la bruma del deseo, rodeados por el seno de una tierra virgen, a la que nos llevaría andando el corazón.

Soñé que éramos sin saber quien éramos, sin saber a donde íbamos, éramos de abismos y luces, éramos paraíso calmo sin limites ni distancias, en la profunda y eterna muerte, que éramos adormecidas fieras, habitantes callados de los desiertos, que éramos estirpe de humanos innatos hechos de seda y bronce, éramos rueda, muralla y destino, poco a poco todo parecía terminar, éramos uno, una piel que moría el uno por el otro.

Soñé que éramos esponjas del oleaje de la marea viajera, éramos barcas a la deriva y juntos derivábamos, balanceantes, incesantes, que éramos claveles revolucionarios, que éramos almas viajeras, sonrientes, que éramos islas de orilla esmeraldas, cóncavas, unidas por una barrera coralina verde, de pálido reflejo, que éramos campos sembrados al pie del mar.

Soñé que éramos piedra eterna inmortal, fundidos por un abrazo alegre y encabritado, que éramos cipreses erguidos y enfrentados, acuchillando el viento, descalzos, que éramos una tarde de sol, caliente, sosegada, éramos arrecifes en cala de corales, flotando entre espumosos mares, éramos peces centelleantes, flores de agua relucientes, bailando en los estanques.

Éramos uno, tu rostro en mi pecho grabado, tu majestuosa mirada en mis ojos tallada, dispersos en las sombras con desidia, con deseo, con amor ...

Que pena que el sueño pasase como un arrebato de locura, con ese misticismo de ignorancia que tienen los sueños, tan real parecía y el amargo despertar nos volvía a la hora calmada del amanecer, a la brisa, al calor, al amargo fracaso de la vida de los amores que son prisión.

2 comentarios:

Alberto dijo...

Si vivir sólo es soñar hagamos el bien soñado.Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo despertar...
Muy bueno Lizgor. Estoy absolutamente impresionado con esta faceta tuya. Chapeau!
Yo ahora en septiembre retomaré el blog (en plan rollete semanal), ahora estoy un mes de vacances, descansando la mente y alcoholizando el cuerpo...
un abrazo tio.

Sibyla dijo...

¡Qué bonito poema!. ¡Soñar! cuán importante es, imprescindible para vivir y sobrevivir, para seguir viviendo y sobreviviendo. Me gusta tu blog, yo también te linkeo.

Un abrazo.