Soledad, latido incesante que corta mi respiración, sentimiento exhausto, que como si fuera mal herida fiera que acecha a su presa se encuentra desesperado ante su inminente inanición, arrinconado ante la vida, sin el apoyo sincero de su risueña mirada angelical, indagadora y vivaz que sopesa mi vida y mi mente en busca de algún resquicio de sentimiento humano.
Alegoría de mi vida, desfachatez de arrogantes mentiras, aun sueño con su mente y su bello cuerpo, con su templada piel, con su serena voz aterciopelada que contemplando con esmero los obstáculos de mi ser, esquivando sin tambaleos se acercó a mi vera, pausadamente, sin miedos, sin pedir nada más que mi efímera presencia.
Miro atrás, en el tiempo… parece eterno, como si hubiera pasado eras de nostalgia, siglos de pesadumbre entre nosotros, su alma alejada de la mía, mi aura añorando sus joviales pensamientos, tan sinceros que con sólo rozarlos levemente, en hordas de ideas descompuestas, animaban mi deslucido presente, rimbombantes y alborozadas representaciones de sus pensamientos.
Que fugaz parece todo, que letales mis sentimientos callados, silenciosos, mis sosegadas lágrimas que el lacrimal retenía, que sincera su celosa mirada, que misterio la vida que nos desune cual supernova extinguida que yace en los siglos y sin embargo viva de recuerdos a los ojos de nuestro presente.
Sinceridad pedida regada con místicos sentimientos callados por su dolor, y en la espesura de nuestros cuerpos, que fundidos en uno solazan ese amor que lucha por no licuarse con la desfachatez de mi ironía y el desdén de sus quimeras.
Soledad, sincera soledad, embárgame en las sombras de tu afortunada presencia, y libra del dolor que provoco a cuanto toco y deseo, cuanto deseo y toco, y con tu toga de congoja haz que no me deje de querer aunque lo calle eternamente, pues gran parte de mi vida en su existencia navegante irá hasta el colofón de sus días.
Alegoría de mi vida, desfachatez de arrogantes mentiras, aun sueño con su mente y su bello cuerpo, con su templada piel, con su serena voz aterciopelada que contemplando con esmero los obstáculos de mi ser, esquivando sin tambaleos se acercó a mi vera, pausadamente, sin miedos, sin pedir nada más que mi efímera presencia.
Miro atrás, en el tiempo… parece eterno, como si hubiera pasado eras de nostalgia, siglos de pesadumbre entre nosotros, su alma alejada de la mía, mi aura añorando sus joviales pensamientos, tan sinceros que con sólo rozarlos levemente, en hordas de ideas descompuestas, animaban mi deslucido presente, rimbombantes y alborozadas representaciones de sus pensamientos.
Que fugaz parece todo, que letales mis sentimientos callados, silenciosos, mis sosegadas lágrimas que el lacrimal retenía, que sincera su celosa mirada, que misterio la vida que nos desune cual supernova extinguida que yace en los siglos y sin embargo viva de recuerdos a los ojos de nuestro presente.
Sinceridad pedida regada con místicos sentimientos callados por su dolor, y en la espesura de nuestros cuerpos, que fundidos en uno solazan ese amor que lucha por no licuarse con la desfachatez de mi ironía y el desdén de sus quimeras.
Soledad, sincera soledad, embárgame en las sombras de tu afortunada presencia, y libra del dolor que provoco a cuanto toco y deseo, cuanto deseo y toco, y con tu toga de congoja haz que no me deje de querer aunque lo calle eternamente, pues gran parte de mi vida en su existencia navegante irá hasta el colofón de sus días.