sábado, 3 de noviembre de 2007

Desde ayer


Desde ayer volví a aprender lo que somos, a aprender la alegría serena que da un simple beso, que da un efusivo brazo, que da el brillo de tus fascinantes ojos, a aprender a saber lo que es necesario para que mi luctuoso corazón, a aprender lo que tengo que tener claro, a aprender a llamar las cosas por su nombre: amor, tristeza, pasión, dolor ...

Desde ayer quiero volver a robarle el tiempo al tiempo, a ser lo que nunca he sido, lo que nunca seré, quiero volver a ser ese menudo pez sin memoria que vive abocado al mar, quiero volver a sentirme unido a ti para el resto de mi vida, por el resto de la eternidad, sin otro sentir ni divagar que el amor que profeso por cada gesto tuyo, por cada una de tus locuaces palabras que tanto me hacen sentir cuando desde tu jugosos labios viajan perezosas hasta mis exiguos oídos.

Desde ayer ya no soy la canción risueña que entristezca al ser escuchada, no soy por ser lo que fui, ni seré lo que nunca debía haber sido, fastuoso animal herido que adormece en las sombras ávido, al acecho de su presa, ni seré ese desatinado gesto de burla al tiempo que hemos compartido, ni volveré a cavilar en las meditaciones sin sentido.

Desde ayer es como si todo hubiese pasado hace tiempo, recuerdos de aquellas pasiones desbocadas en las que mi lengua recorría incesante todo tu cuerpo, rebuscando entre las esquinas la entrada a tu alma, al edén de las pasiones que juntos compartimos aquellas calurosas tardes, en aquellos virtuales tiempos tan lejanos ahora.

Desde ayer quiero todo tu amor, toda tu esencia de mujer, quiero tu fin, tu destino, quiero seguir sintiendo tu sensual voz acariciando mi pelo, quiero seguir percibiendo el volar de tu mirada hasta mis sentidos, quiero sentir como ella hace eterna mi vida, como detiene el reloj de la vida, como me da descanso y me sosiega, quiero verla peregrinar de nuevo con su esencia de ninfa, como una flecha que parta mi corazón en mil.

Desde ayer, hoy, por siempre, seré tuyo.